Dimes y diretes (XII): Ponerse las pilas
Cuando veo los
anuncios de Duracell, con decenas de muñequitos que, como figuras de
guiñol o de un juego de autómatas,
quedan parados e inermes en medio de lo que antes era dinamismo y algarabía,
hasta que solo resta uno bailando al son de sus inacabables pilas, me viene a
las mientes una ocupación que estas relativamente nuevas tecnologías
proporciona a amas de casa, tenderos de ultramarinos, maestros de escuela,
desocupados de toda laya, altos ejecutivos y, sobre todo, políticos, para dar
un cambio radical a sus vidas.
Me veo a todos deseando ponerse las pilas o
en pleno acto de ponérselas y, sobre todo, encareciendo a los demás que se las
pongan. Porque la mayoría de los especímenes que operan con semejante fuerza
motriz tienen muy asumido que sus pilas funcionan a la perfección, siendo los
demás los que han de aplicarse a ponérselas, para que no les ocurra como a las
figuras del anuncio. Así que oímos que el niño no aprobará si no se pone las
pilas, que Maruja tiene que ponerse las pilas para encontrar trabajo, que el
tendero o el emprendedor que no se pone las pilas no podrá salir adelante o que
el pesimista debe ponerse las pilas para ver el mundo de otra manera.
Pero sobre todo vemos a militantes políticos,
concejales, alcaldes, consejeros y diputados autonómicos, parlamentarios y
demás fauna local, autonómica y nacional, recurrir a su manido manual de
instrucciones para recomendar o sus adversarios que se pongan las pilas –“Señor
Rajoy, póngase las pilas y deje de marear la perdiz”- o recriminarles porque no
se las han puesto –“Los malagueños deberían obligar a las autoridades a ponerse
las pilas”.
Si Volta levantara la cabeza y se diera un
voltio por este mundo de locos, no dejaría de sorprenderse de que su invento
haga pensar y actuar –y de qué manera- a las personas, además de mover aparatos
y proporcionar energía lumínica. Y nosotros, ingenuos y menos lúcidos, asombrados
e inermes espectadores de estas tareas, nunca podemos ver cómo son esas pilas,
por dónde se las meten ni dónde las llevan.